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El mantra de los controladores

Decir que los controladores son unos privilegiados es incorrecto semánticamente hablando: el privilegio tiene dos acepciones, una referente al honor, y en este caso es correcto, porque es un trabajo honorable, y otra acepción incorrecta en este uso que hacen el Ministro de Fomento y los de su entorno, ya que un privilegio se concede por pleitesía, mientras que para ser controlador hay que valer y ganárselo. Se requiere una elevada cualificación intelectual y técnica, capacidades de toma de decisiones en el contexto de la seguridad, soportar el estrés, y conlleva una gran responsabilidad. Se vuela seguro porque hay controladores.Este Gobierno, en boca de su Ministro de Fomento y del ente público Aena, han acometido una deliberada y sistemática manipulación informativa basada en calumnias, injurias, y libelos, en una cortina de humo por la que los controladores son responsables de todas las calamidades de nuestra sociedad. Son el señuelo perfecto y la distracción precisa que hace que no se miren otras cosas.

La feudalización de la sociedad avanza a pasos agigantados. La venta de activos públicos se disfraza con el argumento del “interés general”, cuando lo único que se persigue es la apropiación de recursos públicos por parte del sector privado, que ya no encuentra negocio en el ladrillo. La  privatización se vende como una medida eficaz de abaratar costes y aumentar la productividad y la competencia, pero la realidad es que solo se persigue ingresar dinero en las arcas públicas de forma precipitada en un escenario de crisis, de paro y de falta de liderazgo político. Se construyen aeropuertos ruinosos por intereses electorales y regionalistas absurdos, no se gestiona bien, y se les echa la culpa a los controladores.

Aena significa Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (NA). Es este un organismo singular que ejercita numerosas prácticas contables cuestionables encaminadas a retraer ingresos de NA para ponerlos en los aeropuertos, para así hacerlos más golosos a efectos de una privatización. Se ingresan en los aeropuertos más de trescientos cincuenta millones de euros en conceptos de tasas, que deberían haberse imputado a NA. Se desviste un santo para vestir a otro, y se echa la culpa al sacristán controlador. Pero todo sea por hacer más apetitoso el bocado aeroportuario. Es todo un pacto de estado para meter la mano en la caja, propio de una dictatocracia, del que se sabe perdedor en las urnas, del que navega sin rumbo en un mar de crisis y falta de programa político serio. A falta de otras herramientas más razonables, se escudan en un populismo chavista, en la intoxicación informativa a través de sus agencias de noticias, que se constituyen en verdaderos aparatos de propaganda.

El poder autocrático ejercido por estos políticos de escasa talla intelectual, que elaboran un pacto de silencio con la oposición cuando les conviene, tiene toda una legión de esbirros fieles a la causa a los que les entusiasma medrar. Entre estos esbirros destacan por su efectividad y servilismo ciertos medios de comunicación, que se hacen eco del discurso sintópico goebbeliano del gobierno de la sinrazón, y se constituyen en verdaderos aparatos de propaganda del estado. Repiten constantemente un mantra informativo con ánimo de torcer la verdad, y por ende esconder aquello que no quieren que se sepa, como es el entramado de empresas involucradas en la operación, los monopolios de adjudicaciones directas y las practicas contables exóticas. Se regodean en el escándalo, y ejercen un amarillismo de tabloide que a la opinión pública le sienta bien, estando ya como están acostumbrados al colorín de la prensa rosa, las ex mujeres de toreros y demás alaracas de la televisión de las vísceras. Gloria y honor a la irresponsabilidad para con la verdad. Los medios de comunicación deberían buscar la verdad y establecer un compromiso de orgullo profesional. Su responsabilidad es contrastar los hechos, no servir de instrumento de propaganda a intereses económicos y políticos ocultos.

En este escarnio público que se hace de los controladores, y que tanto recuerda a la noche de los cristales rotos, la envidia y el mileurísmo tienen un papel preponderante. La precariedad laboral de las ETTs, el INEM como un mero organismo estadístico y el bocadillo  y el autobús para acudir a la Plaza de Oriente son realidades que conviven con los subsidios electoralistas al desempleo. Se manipula al parado estableciendo un agravio comparativo: esos ganan más que tu, así que muérdeles. La incultura generalizada fruto de la LOGSE se traduce convenientemente en un odio visceral contra el que gana más, o que simplemente tiene un empleo. No se trata de que trabaje todo el mundo, o de que todos los salarios sean justos. Esos serían objetivos honorables, pero no interesan.

A fuerza de repetir una mentira esta no se torna cierta. El sueldo de los controladores no es la razón de la deuda multimillonaria de Aena. Desgraciadamente, para demostrarlo es necesario una batería de argumentos técnicos contables, y ni los medios ni la población en general están dispuestos a pensar. A ello se une el desconocimiento de la profesión de controlador aéreo (algunos hasta piensan que son los señaleros de los aeropuertos). Si añadimos las estadísticas manipuladas por Aena y Fomento sobre productividad, sobre los costes de NA o sobre el número de controladores en activo, tenemos un caldo de cultivo propicio para que los mantras desinformativos del Gobierno calen con profundidad.

La presión mediática, económica y política ejercida sobre un colectivo profesional del que dependen vidas pone en riesgo la seguridad   de los usuarios del transporte aéreo. La presión laboral en forma de un aumento de la carga de trabajo del controlador es una bomba de relojería que podría acarrear graves consecuencias. La “ryanización” del control del tráfico aéreo, el pretender que un aeropuerto se puede controlar con seguridad con herramientas propias de un campo de vuelos de los años cincuenta como es el AFIS y la exclusión de la capacidad operacional colectiva de los controladores (lo que el Ministro y su entorno denominan “recuperar la gestión operativa”) llevarán a la aviación española a una merma de la seguridad.

A mi me parece que el Señor Ministro tiene un pariente o conocido que quiso ser controlador y no valía para ello. ¿Quienes serán los siguientes colectivos profesionales sobre los que se cargue?. “Cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.

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