Controladores aéreos,  Portada

Las gallinas ponedoras

por P.B.

Una de las prácticas más terribles de las llevadas a cabo con estas gallinas es el corte de sus picos. Su reclusión, la falta de espacio, la proximidad continua con otros ejemplares, la incomodidad de su celda, las técnicas empleadas para forzar la puesta como por ejemplo el mantenerlas con luz artificial 24 horas del día y 365 días al año, sumado a otra serie de condicionantes escalofriantes, hacen que su conducta se altere y que entre otras reacciones, presenten la de agredirse unas a otras a picotazos así como frecuentes muestras de canibalismo. Para evitar esto – por no perder beneficios, que jamás pensando en el bienestar del animal – es costumbre utilizando unas máquinas o unas tenazas al rojo cortarles el pico. Muchas veces la prisa y la falta de cuidado en la operación hace que también les arranquen zona sensible, lo que les provoca heridas, infecciones y un profundo dolor, pero a pesar de ello no se les procura ningún tipo de alivio y después de la mutilación, sea cual sea su estado, la gallina es introducida en la jaula para que ponga huevos. El desprecio por el padecimiento del animal es absoluto.

Una de las prácticas más degradantes que se utiliza con los controladores aéreos son los servicios express: el trabajador es sometido al poder de la ley anticonstitucional, que sin tener en cuenta su vida familiar, cercenará de un plumazo sus derechos y le obligará a presentarse a trabajar fuera de sus turnos programados, con el agravante de imposibilitar la posibilidad de cambiar el turno. En su jaula, siempre a 23º de temperatura según el reloj de la pared, siempre con la misma luz artificial, la gallina, digo el controlador, empezará laboriosamente a poner huevos: nivel 340, otro huevo, rumbo 255 , otro huevo, y canal 131,380, otro huevo. Para no perder beneficios, los descansos recortados, las vacaciones canceladas, los relevos multiplicados, otro huevo.

El derecho de reducción de jornada para atender a sus hijos de corta edad es negado a las madres, y otro huevo. Otro tanto para el derecho de lactancia.

El stress, el cansancio producido por la sobreprogramación, hace que se produzcan escenas de canibalismo, la gente se como las uñas, tampoco saben ni lo que les pagarán.

Las máquinas para cortarles el pico, los expedientes, funcionan desaforadamente. Y a los ejemplares que superan cierta edad, los sacrifican.

Sea cual sea su estado, la gallina es introducida en la jaula para que ponga huevos. El desprecio por el padecimiento del animal es absoluto.

¿Queremos muchos huevos o queremos seguridad?

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