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Los controladores serán el Waterloo de Blanco

Carlos Sánchez – 04/08/2010

Es probable que a José Blanco no le suene de nada el nombre de Lolita Lebrón. Al  fin y al cabo, cuando en 1954 Lebrón y sus tres compinches irrumpieron a tiros en la Cámara de Representantes de EEUU, el actual ministro de Fomento ni siquiera había nacido.

Lebrón acaba de morir después de pasar un cuarto de siglo encerrada en cárceles de EEUU, pero hay una frase de la activista portorriqueña que ha pasado a los libros de historia por el halo de romanticismo revolucionario que respira. ‘Yo no vine a matar a nadie, vine a morir por Puerto Rico’, comentó  tras el asalto. Algo parecido a lo que dijo Fidel Castro tras asaltar el cuartel de la Moncada: ‘La historia me absolverá’, aseguró en su célebre alegato.

Es muy probable que José Blanco se acuerde del sentido de algunas de estas frases dentro de algún tiempo. Pero ahora el ministro de Fomento corre el peligro ser devorado por sus propios hijos: los controladores, una vieja casta que desde hace 30 años han convertido el tráfico aéreo en un asunto personal -por decirlo de una manera suave- gracias a unas relaciones laborales alejadas de la mínima racionalidad. Entre otras cosas por la incomparecencia de los predecesores de Blanco, que han hecho de su capa un sayo desde aquella extraña huelga de 1981, cuando los controladores boicotearan el Congreso de UCD en Palma de Mallorca. Y que en última instancia supuso la puntilla de aquel proyecto político que lideró Adolfo Suárez por ausencia de compromisarios.

En lugar de intentar resolver los problemas -la función esencial de un alto cargo-, Blanco ha querido avanzar por el terreno más fácil para ganarse al aplauso del respetable

Blanco, sin embargo, en lugar de intentar resolver los problemas, la función esencial de un alto cargo, ha querido avanzar por el terreno más fácil con el propósito de ganarse al aplauso del respetable. En un contexto de recorte del gasto público en infraestructuras, ha planteado una estrategia (a golpe de decreto) basada en hacer de los controladores el chivo expiatorio de su política al frente del Ministerio. Sabe que en España nadie derramará una lágrima por los controladores, y eso explica que los haya convertido en su enemigo para demostrar que estamos ante un ministro capaz de meter en vereda a una panda de asociales que no sólo ganan mucho dinero, sino que, además, ponen en jaque a la industria nacional por excelencia: el turismo.

La estrategia le hubiera salido bien si los controladores hubieran agachado las orejas y hubieran aceptado sin rechistar las nuevas condiciones laborales pero ocurre que en un país libre el derecho a la huelga es intocable. Y los controladores, por mucho dinero que ganen y por muchas prebendas que acumulen, tienen derecho a no acudir al trabajo siempre que respeten los cauces legales que exige la convocatoria de un paro.

Blanco lo sabía, pero confiaba en que la presión de la opinión pública contra los controladores aéreos les apeara de su idea. No ha sido así y ahora este país tiene sobre la mesa uno de esos problemas que sólo el talento y el sentido común pueden resolver: cómo parar una huelga que llega en el peor momento. Y que desde luego no se solucionará imponiendo servicios mínimos abusivos, como sucedió en la huelga del metro de Madrid. Lo peor que le puede suceder a este país es un paro salvaje que se le vaya de la mano a todas las partes implicadas.

Una estrategia equivocada

Detrás de esta huelga no hay más que una estrategia equivocada por parte de las autoridades de Fomento y de la propia AENA, que en lugar de abordar los problemas del tráfico aéreo desde una perspectiva global y a largo plazo, han optado por lo más fácil: convertir el sueldo y las condiciones de trabajo de los controladores en la fuente de todos los problemas.

Lo razonable hubiera que antes de abordar esa cuestión, se hubiera reformado en profundidad ese monstruo llamado AENA que emplea a más de 13.000 personas, lo que le convierte en una de las grandes empresas del país. Antes habría que haber abierto su capital a la concurrencia privada, lo que hubiera creado un marco de nuevas relaciones laborales aplicable también a los controladores.

Blanco sabe mejor que nadie que la falta de competitividad del espacio aéreo europeo no tiene nada que ver con el sueldo de los controladores (que evidentemente hay que recortar) sino con la existencia de una estructura obsoleta. Blanco y sus asesores saben que desde que en 1960 se creó Eurocontrol se ha avanzado escasamente en el cielo único europeo. Y así se explica que en EEUU se gestione el doble de vuelos que en Europa desde únicamente 20 centros de control, frente a los 66 que existen en la UE. Por eso, las tarifas son más caras. Y por eso la navegación aérea está en procesos de cambios en el viejo continente. Máxime cuando lo que se avecina es tremendo.

Eurocontrol ha estimado que  en 2020 -dentro de apenas diez años- el número de vuelos en Europa pasará de 8,5 millones a unos 17 millones. Es decir, el doble que actualmente, lo que provocará la saturación de aeropuertos tan emblemáticos como Heathrow, Schipol, Charles de Gaulle y, tal vez, Francfort, que apenas pueden crecer al estar cerca de núcleos urbanos.

Se trata de un problema de tal envergadura que sólo puede hacer racionalizando la navegación aérea, pero en su lugar se ha optado por lanzar una especie de pulso a los controladores para dar señales de fortaleza. Y dar la sensación de que se hace algo. El problema es que en el envite todos pierden. Y habrá que ver si Blanco es capaz de aguantar las presiones que le van a llover desde todos los sectores para que afloje su presa. Ni las compañías áreas ni el sector turístico están en condiciones de aguantar una huelga en pleno mes de agosto. Y es muy probable que al final quien quede debilitado sea el propio Blanco. Exactamente igual que Esperanza Aguirre que tuvo que mirar hacia otro lado tras la huelga salvaje en el metro. Ni ha habido despidos ni se han recortado lo sueldos un 5%. Y para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

http://www.elconfidencial.com/mientras-tanto/controladores-seran-waterloo-blanco-20100804-6318.html

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