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Con su permiso y sin ánimo de cabrearles demasiado

Carlos Fonseca – 06/12/2010

No hay conflicto, del tipo que sea, en el que una parte lleve toda la razón. La huelga encubierta e ilegal llevada a cabo por los controladores aéreos ha dejado en tierra a centenares de miles de personas que iban a viajar este puente de la Constitución. Personas que en muchos casos no van a poder recuperar el dinero que han pagado anticipadamente a aerolíneas, hoteles o agencias de viaje, porque los seguros que algunas contratan para cubrir una contingencia inesperada no incluyen este tipo de imprevistos.

Su enfado está más que justificado y deben habilitarse los mecanismos necesarios (que desconozco si existen y cuáles son) para que recuperen su dinero y reciban una indemnización por los daños sufridos. Se me ocurre, en primer lugar, que alguna responsabilidad tendrá AENA, que gestiona los aeropuertos españoles. Es obvio que lo ocurrido no es responsabilidad suya, sino de los controladores, pero éstos dependen de este organismo, que debería resarcir a los damnificados y pedir responsabilidades a sus trabajadores. Lo que no es ni justo ni razonable es que los perjudicados sean siempre los usuarios.

También las compañías deberían haber atendido a sus pasajeros que se quedaron en tierra facilitándoles alojamiento y manutención. Algunas lo han hecho, pero no todas. Igualmente, son ellas las que no han podido prestar un servicio por el que han cobrado anticipadamente, y aunque tampoco sean las culpables de lo ocurrido deberían devolver el dinero a sus clientes con la consiguiente indemnización, y reclamar después a AENA por los daños. No sé si lo que escribo tiene algún sustento normativo, pero me parece de sentido común. El cliente que ha pagado por un servicio no puede correr con el coste de un conflicto laboral con el que nada tiene que ver y que atañe a una empresa, AENA, y a sus trabajadores.

Los controladores han sido objeto de la ira de los consumidores y del Gobierno, a los que no le falta razón, pero no conviene despachar sin más los motivos que les han llevado a la protesta. Si querían hacer huelga deberían haber planteado el conflicto ante las autoridades laborales para que la autorizaran, como es preceptivo. Al tratarse de un servicio público esencial, como lo son también los sanitarios, por ejemplo, al Gobierno le corresponde fijar los servicios mínimos imprescindibles. En este tipo de colectivos los mismos suelen ser abusivos y cuando los tribunales resuelven la demanda presentada por los sindicatos la huelga ya ha perdido el efecto que pretendía y la resolución es papel mojado; por eso es necesaria una Ley de Huelgaque compatibilice estos servicios y los derechos de los trabajadores.

Las huelgas, por propia definición, pretenden romper la normalidad, generar problemas a los empresarios e inconvenientes a los usuarios en el caso de servicios públicos, como medida de presión. En este supuesto los perjudicados directos son los clientes, que se convierten en rehenes. Las empresas intentan contrarrestar las protestas con amenazas de despido para hacer desistir a sus trabajadores. Nadie se escandaliza, y menos ahora con una crisis económica que obliga a los asalariados a asumir condiciones laborales injustas. No pretendo justificar una huelga que no ha sido convocada legalmente, supongo que para evitar unos servicios mínimos previsiblemente abusivos dadas las fechas.

El hecho de que los controladores tengan un salario medio de 200.000 eurosno me parece un argumento para descalificar sin más sus reivindicaciones laborales. Sus salarios son de privilegio, pero supongo que si los tienen serán producto de acuerdos con la empresa, que debería explicar por qué los aceptó en su día. ¿A quién no le gustaría tener un salario así? Estoy seguro de que todos los que han clamado contra ellos no harían ascos a semejantes nóminas. Yo tampoco. El que cobren una barbaridad no significa que no puedan protestar

A muchos nos parecen exagerados sueldos que nos gustaría tener pero sabemos que nunca cobraremos. Los banqueros y altos ejecutivos de empresas, por ejemplo, los multiplican hasta alcanzar cifras mareantes de millones de euros. Me dirán que son empresas privadas que pagan a sus directivos lo que consideran oportuno. De acuerdo, pero ¿creen de verdad que hay un trabajo que justifique un salario anual de varios millones de euros? Mi opinión es que no, por muchos beneficios que el agraciado consiga para sus empresas. Se me ocurre que éstos podrían distribuirse entre accionistas y trabajadores, por ejemplo.

Menos justificados aún me parecen en actividades en muchos casos especulativas que si resultan fallidas hasta el punto de poner en peligro la viabilidad de un banco, por ejemplo, cuentan con la ayuda del Estado. La crisis bancaria que vivimos es un ejemplo y me parece que nos escandalizamos menos de lo que deberíamos. ¿Ha pedido alguien responsabilidades a las entidades que concedieron créditos desorbitados al sector inmobiliario que ahora no pueden cobrar?

La ira popular lo justifica todo, y el Gobierno ha aprovechado la ocasión para aprobar un decreto ley en el que establece que ni las horas sindicales ni las bajas por incapacidad laboral de los controladores computan como horas de trabajo, cosa que no ocurre en ninguna otra actividad. Las horas sindicales no son un privilegio, sino un derecho de los trabajadores para que sus representantes cumplan con su labor.

Lo de las bajas laborales me parece aún más grave. Imagínense un controlador que es intervenido quirúrgicamente y está de baja dos meses. Según el decreto, tendrá que recuperar esas horas para cumplir el total anual. Supongan ahora que su baja es en octubre y noviembre. ¿Tendrá que recuperar las horas de ese periodo en diciembre y además cumplir con su horario? Es imposible. A cualquier trabajador de baja su periodo de inactividad le cuenta como trabajado. No entiendo por qué a los controladores no.

Son simples reflexiones con las que no pretendo dar la razón a los controladores por lo que han hecho, pero que no justifica que les quiten los derechos que les corresponden como a cualquier otro trabajador, por mucho que cobren. Si yo hubiese sido uno de los afectados estoy seguro de que aún estaría jurando en arameo y reclamando poco menos que su linchamiento público. Afortunadamente he sido solo un espectador, y la distancia que me da esta circunstancia me permite hacer un análisis frio, que estará siempre más cercano a la objetividad del que lo hace desde el acaloramiento y la indignación, aunque estén justificados.

Me hubiese gustado escribir sobre Wikileaks y la desvergüenza de algunos fiscales y miembros del Gobierno, a quienes se les tendría que caer la cara de vergüenza por lo que hemos conocido, pero la actualidad manda. Otra semana será.

http://www.elconfidencial.com/tirando-a-dar/permiso-animo-cabrearles-demasiado-20101206-6712.html

Hasta el próximo lunes

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