Política,  Portada

Aeropuertos en la niebla

ABC. ALFREDO AYCART
07/06/2011
UNO ya no sabe si quienes están en la niebla son los aeropuertos gallegos, que lo están, o sus responsables, de ministro para abajo, que aceptan con increíble pasividad la lamentable reiteración de los desvíos de vuelos por un problema meteorológico absolutamente habitual en esta Comunidad. Centenares de pasajeros se ven abocados, mes a mes, año a año, a la triste ineficacia de los gestores aeroportuarios, incapaces al parecer de adquirir y mantener con un mínimo de prestaciones, un sistema presente en todo el mundo desde hace años.
Ya es en primer lugar discutible la absurda dispersión de recursos que supone la presencia de tres aeropuertos en la Comunidad, reforzados en estos días de crisis con inversiones millonarias sufragadas con los impuestos de todos los ciudadanos. Como siempre, la casa por el tejado, el alboroto propagandístico antes que la callada eficacia. La multiplicación de esfuerzos en modernas terminales firmadas por relumbrantes arquitectos; la instalación de extensos aparcamientos públicos, tan caros como desiertos, se convierte finalmente en simple demostración de la capacidad de despilfarro del Ministerio que dirige José Blanco.
El boato por encima de la seguridad. José Blanco demuestra su amistad con los grandes constructores en el derroche cotidiano de esfuerzos en las instalaciones de la Comunidad, que se ven abocadas a competir entre ellas por la incapacidad de presentar un gran aeropuerto frente al que puede lucir la vecina Oporto, El pequeño Napoleón que parece querer ser el ministro debería empezar por aprender que el emperador basó sus éxitos en su asombrosa capacidad para la concentración de recursos.
Nada que ver con el localismo populista y absurdo que su departamento fomenta con descaro. Tendrá tantos réditos electorales como para conseguir que el derrotado demagogo Caballero recupere en los despachos la alcaldía que perdió en las urnas, pero las consecuencias prácticas son un mayor empobrecimiento de los ciudadanos y el empequeñecimiento de la oferta del único que podría competir en ámbitos internacionales por prestigio, capacidades y demanda.
Tiene el Ministerio la mayor, aunque no la única responsabilidad. Al dislate colaboran en la medida de sus competencias y posibilidades la propia Xunta, que paga a las compañías subvenciones millonarias para mantener la fantasía de unos vuelos internacionales repartidos, rompiendo con el mensaje de austeridad de Alberto Núñez Feijóo, las diputaciones provinciales y, como no, ayuntamientos como los de Vigo La Coruña, quejosos de falta de financiación, pero dispuestos siempre a derrochar sus escasos recursos en propósitos estériles.
Y mientras todos colaboran en mantener la pantomima, los sufridos pasajeros no pudieron disfrutar este fin de semana ni de los marmóreos suelos ni del extenso aparcamiento vacío que rodea Alvedro. Les desviaron a Lavacolla –la única terminal capaz de presentar unos números aceptables de productividad- para huir de la niebla. Fenómeno meteorológico tan común a Galicia como la espesura intelectual a algunos de sus dirigentes.

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