
¿La formación de controladores aéreos debe ser un negocio?
Por Daniel Zamit.- Hasta el año 2010 la formación de un controlador aéreo en España, al igual que en los países de nuestro entorno, la llevaba a cabo el ente público que luego te contrataba para prestar el servicio de control aéreo. Esta formación era gratuita para el alumno, incluso becada, para ayudar a éste en ese período de año y medio largo en el que permanecía en la escuela de control, SENASA.
Este modelo de formación en el que el proveedor de servicios de control gestionaba la selección de personal y su formación a través de una escuela pública, funcionó de manera muy eficaz durante 20 años aproximadamente. Solía haber tres promociones simultáneamente en SENASA, cada una de ellas de 50 controladores aproximadamente, cada vez que había oferta pública de plazas.
Los procesos de selección en los que concursaban unas 10.000 personas para 150 plazas, con una ratio de 67 candidatos por plaza, para una formación gratuita, permitía que se seleccionaran los candidatos más idóneos o que cumplieran más requisitos previos. Prueba de ello es que el índice de éxito en SENASA era muy alto: la gran mayoría aprobaba el curso y nadie tenía ningún problema a la hora de la primera habilitación en el primer destino.
En 2010 un ministro de Fomento con expectativas de agrandar su figura política poniéndose medallas populistas, dio al traste con este sistema. En sus propias palabras, “con el fin de saturar el mercado laboral de controladores aéreos en paro” liberaliza la formación de los controladores aéreos (y el propio servicio de control en algunas torres) autorizando a empresas privadas a proporcionar la formación necesaria para ser controlador aéreo.
- El primer efecto de esta privatización de un servicio público es que pasa de ser una formación gratuita a una formación de pago: el curso pasa a costar alrededor de los 65.000€.
- En las convocatorias de plazas empieza a ser menor el número de candidatos que el de plazas ofertadas, no cubriéndose la demanda de personal ante el importe del gasto a realizar.
- La enseñanza en algunas de las escuelas privadas es muy deficitaria, pero no suspenden a ningún alumno después del dineral que pagan por el curso.
- En más casos de los deseables, los aspirantes llegan a su centro de trabajo de destino sin la formación suficiente o necesaria y no logran habilitarse, lo cual les supone un perjuicio muy serio y originan además un año y medio largo de carencia de personal para ese puesto.
En resumen: Enaire debería volver a asumir la formación del personal que quiere contratar para poder elegir entre los más adecuados sin discriminaciones por situación económica y para garantizar una formación de calidad que redunde en un proceso de habilitación profesional sin problemas.