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De los controladores a la ‘ladrillocracia’

Ramiro Feijoo

rfeijoo [at] pa.uc3m.es

 

(Ramiro Feijoo es profesor en la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado sendos ensayos y una novela sobre corsarios, dedicando parte importante de los mismos a la piratería en el Cabo de Gata. Estudió Historia en España y Geografía en el norte de Inglaterra. Investigador geográfico en el Amazonas, promotor de proyectos de desarrollo indígena en Sudamérica y colaborador del diario El Mundo para cubrir Europa del Este desde la ciudad de Praga es, actualmente, director de Washington University in Spain y colaborador en diversos medios de comunicación.)

 

En mi anterior artículo, “Controladores, ¿cortina de humo o chivo expiatorio”, postulaba que el escándalo de los controladores había sido programado para ocultar el enorme déficit de Aena, fruto de una descabellada política de construcción de aeropuertos. Algunos lectores me instaron entonces a investigar sobre las causas del disparatado gasto de Aena. Me puse a ello, y estas son mis conclusiones:

http://www.youtube.com/watch?v=IMQ1LbmiJ68

Los intereses espurios de tanta inversión ruinosa

Los indicios sobre la conexión entre la dirección de Aena y la empresa privada, con los primeros datos en la mano, resultaban ciertamente preocupantes. Los había a pequeña escala, como el de la directora de Navegación Aérea, Carmen Librero, también consejera de GMV, una de las empresas contratistas de Aena en sistemas de navegación aérea.

El más llamativo era, sin embargo, el de su presidente. El historial de Juan Ignacio Lema Devesa es cuanto menos llamativo: ingeniero industrial y economista gallego, desde 1987 fue director general de Infraestructuras de Transporte Aéreo del Ministerio de Transportes; de 1992 a 1996 director del aeropuerto de Barajas y de 1998 al 2000 director de Aena.

 

En 2001 empieza lo interesante. Hasta donde sabemos, Lema Devesa pasa por primera vez a la empresa privada de la mano de ARTEL Ingenieros S. L.. Más tarde será nombrado consejero de UDRA Industrial, compañías que en años sucesivos serán absorbidas por el grupo San José, en el cual llegará a ocupar altos cargos directivos. En diciembre de 2008 deja ARTEL y, cinco meses después, en abril de 2009, vuelve a la empresa pública al ser nombrado presidente de Aena (ver Boletín Oficial del Estado 25/4/2009).

Incomprensiblemente, no deja la consejería de San José hasta noviembre del mismo año (ver BORME 19/11/2009), hecho que presuntamente viola la ley de Incompatibilidades del Sector Público.

Del resto de su historial probablemente será difícil probar ilegalidad alguna. Sin embargo, un simple estudio de la página web del grupo y de sus informes anuales entre 2002 y 2009, dicen mucho, pues deparan los siguientes resultados en cuanto a la relación del grupo San José con Aena:

Construcción y mantenimiento de la central eléctrica del aeropuerto de El Prat-Barcelona, y mantenimiento de su T1 (la principal); terminación de la pista 18L-36R del Aeropuerto de Madrid-Barajas; explotación y mantenimiento integral de los sistemas de seguridad y control de gestión de Madrid-Barajas y mantenimiento preventivo, correctivo y tecnicolegal de sus túneles; ampliación del aeropuerto de Menorca; construcción de los aparcamientos del aeropuerto de Málaga; ampliación de la terminal del aeropuerto de Fuerteventura, construcción de la central eléctrica del aeropuerto de Santiago.

No está mal. Sin embargo, estos contratos, sin duda sustanciosos, no explican ni cubren el enorme déficit de Aena (recordemos: más de 13 mil millones de euros). Son la cola y tal vez algún costillar del gran león del gasto devenido entre 2004 y 2010. Aun cuando pueda haber acción delictiva detrás de ellos, cosa que no está probada, la supuesta corrupción personal y los contactos de directivos de Aena con empresas privadas no explican su déficit, como algún internauta me sugirió.

La configuración de la ‘ladrillocracia’

Más allá de la presunta gravedad particular del caso, lo que me interesa de la biografía personal de Lema Devesa reside en su capacidad para convertirse en arquetipo del modo de conducta social de nuestras élites, por el cual quedan íntimamente imbricados los intereses y funciones de altos funcionarios públicos con empresas privadas relacionadas con sus áreas.

Algunos sociólogos le han llamado a esta imbricación ‘consanguinidad’ o ‘hermandad’. Por mencionar otros ejemplos llamativos, se puede mencionar el de David Taguas, perteneciente a la oficina económica del presidente del Gobierno, actual presidente de Seopan (la asociación de empresas de la construcción) o el de Juan Lezcano, persona durante 30 años perteneciente al Ministerio de Obras Públicas y luego Fomento y actual presidente de CNC (Confederación Nacional de la Construcción), que representan como ninguno la trayectoria del gran ‘ladrillócrata’.

Su carrera en la mayor parte de los casos ha navegado frecuentemente desde el cargo público hasta el cargo privado. Del caso que nos ocupa es representativa la composición de UDRA Industrial, en cuyo consejo figuran o figuraron Francisco Cal, ex director general de AENA y ex consejero de RENFE; Miguel Corsini, ex director general de RENFE, o José Manuel Otero Novas, ex ministro de UCD y diputado del PP y miembro de la ejecutiva (es el secretario del consejo y también de la constructora San José). Pero también se ha dado en sentido contrario, de lo privado a lo público. Recordemos al finado Jesús Gil y Gil, por ejemplo. Basten estos pocos ejemplos (el lector conocerá seguramente otros muchos) para ayudarnos a definir la ‘ladrillocracia’:

La ‘ladrillocracia’ es la clase dirigente de nuestro país. Lo gobierna desde lo político y desde lo económico. Y lo hace tanto a nivel estatal como autonómico y, sobre todo, municipal. Con dificultad se puede hablar de dos grupos separados, sino que más bien parecen uno solo, cementado por las mismas personas y los mismos intereses.

(leer más en):

http://www.proyectocensurado.org/america-latina/espana-controladores-aereos-2-2-de-los-controladores-a-la-ladrillocracia/

AENA y la “ladrillocracia”

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