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Control Aéreo: los riesgos de no invertir en formación

La aeronáutica, que apenas tiene 100 años de vida, se ha desarrollado fundamentalmente desde la Segunda Guerra Mundial. El avance de la aviación hasta convertirse en el medio de transporte más seguro en apenas 40 años se sustenta en dos pilares fundamentales: la innovación tecnológica, y la formación de los profesionales de la aviación.

Los controladores aéreos se incluyen dentro de estos profesionales de alta especialización. Profesionales de diversas ramas del conocimiento que, a base de un duro (y caro) proceso selectivo y formativo, son reconvertidos en especialistas en mantener debidamente separados y ordenados en las tres dimensiones del espacio a bólidos de más de 50 toneladas de peso y llenos de personas que se mueven a velocidades de entre los 300 y los 900 kilómetros por hora.

Un duro y estricto proceso de selección planteado y dirigido por sociólogos en busca de un perfil recomendado por la Organización de Aviación Civil Internacional, OACI, permite descubrir si los  candidatos – ya titulados en las más diversas ramas de las ciencias, de ingenieros a ciencias del Mar pasando por filólogos- reúnen las cualidades que se necesitan para ser un profesional del control aéreo. Luego, las habilidades prácticas y la pericia se consiguen a través de muchos meses de formación específica, tanto en diferentes simuladores como con tráfico real. En total, del orden de mil horas de formación antes de poder ser certificado como controlador aéreo profesional.

Otra circunstancia a tener en cuenta en la formación de los controladores aéreos es el desfase que existe entre el desarrollo de las herramientas tecnológicas para el control y gestión del tráfico aéreo,  y su ulterior aplicación en las salas y torres de control. El avance tecnológico ha permitido aumentar considerablemente la capacidad de trabajo del controlador aéreo, pero se debe pasar antes por un proceso formativo, pues es inconcebible poner en manos de un profesional una herramienta cuyo funcionamiento desconoce, no sólo por el peligro que puede suponer usarla inadecuadamente, sino por la incapacidad de aplicar todas sus cualidades y obtener el máximo rendimiento en su trabajo.

Como ejemplo de este desfase entre el desarrollo y la implantación de la tecnología, está la Vigilancia Automática Dependiente, o ADS, desarrollada en los años 90 y que es independiente de los radares. El Centro de Control de Canarias es pionero en su aplicación para el conjunto de aerovías que unen Europa con Sudamérica, y desde que se instaló en pruebas en el año 1998, pasó 11 años de diferentes test hasta que fue certificado. Sobre esos test se construye la Seguridad Aérea.

Cabe recordar que con el ADS se hubiesen podido encontrar y rescatar mucho antes los restos del Air France 447 que se precipitó al Atlántico el pasado año, pero ni Brasil ni Senegal, entre cuyos espacios aéreos desapareció el avión, contaban entonces ni aún hoy, con esta tecnología.

Además, siempre hay que simular una serie de eventos e incidencias que aunque afortunadamente poco habituales, requieren el mismo nivel de pericia y habilidad que las instrucciones cotidianas de ascender y descender. Me refiero a las emergencias, cambios de procedimientos, las eventualidades técnico-operativas, y cualquier otro imprevisto que pueda surgir durante el normal desarrollo de las tareas cotidianas. El aspecto tecnológico y su conocimiento es importante, pero la estabilidad definitiva del uso y gestión segura de los nuevos medios vendrá dada por la formación de los profesionales ante esos eventos.

En este contexto, IMPRESIONA la actual gestión de la navegación aérea en España y Canarias, en particular, comprometiendo la formación de sus controladores “y envolviéndose en una falsa aura de control del gasto”. SORPRENDE la negativa de Aena para i) formar a sus controladores aéreos en activo, ii) contar con ellos para el desarrollo de procedimientos aeronáuticos, iii) descartar las opiniones e informes que provienen de los departamentos técnicos de control. CONMUEVE cómo Aena está sacando al sistema de sus márgenes de seguridad. Máxime cuando las últimas decisiones y procedimientos están siendo impuestos por personal no operativo que, en la mayoría de los casos, lleva retirado “de la frecuencia” (como se conoce en la jerga al trabajo real con aviones) incluso décadas. INQUIETA cómo han perdido la perspectiva operativa no sólo por su lejanía física sino por la obsolescencia de sus conocimientos, desdeñando y desaprovechando el saber de quienes día a día realizan una labor tan delicada como cambiante.

Esta política de Aena contraviene las directrices de Eurocontrol y del Cielo Único Europeo, que no sólo considera que tanto los pilotos como los controladores deben participar en el colaborative decision making (toma de decisiones conjunta), sino que debe superar anualmente un proceso de formación continua. Así además lo recoge la propia ley española, pero existe la extraña sensación de que todo aquello que suponga algo para el controlador aéreo y un coste para la empresa, debe ser vetado y eliminado.

En Canarias ningún controlador ha recibido formación alguna en emergencias y contingencias desde hace mucho más de un año. Incluso, los controladores de Tenerife Norte-Los Rodeos, dónde ha ocurrido el peor accidente de la aviación mundial debido a la niebla, llevan el mismo periodo sin entrenamiento en Procedimientos de Baja Visibilidad.

Cuando ocurrió el apagón del Centro de Control de Canarias, el 3 de enero pasado, ningún controlador había recibido formación alguna sobre procedimientos de fallo eléctrico total y evacuación de sala de control hacia la de contingencia. Ninguno. A día de hoy, tampoco se ha recibido aún a pesar de los muchos escritos presentados desde las áreas de instrucción y desde la propia Asociación Profesional.

El pasado día 21 de octubre Aena pretendía que los controladores se sentaran a trabajar en un entorno radar diferente, con cambios en 73 procedimientos instrumentales. Su alegación era que “todo era muy similar”. Con esa excusa, yo planteo la siguiente reflexión: ¿sería aceptable que ante una eventual carencia de médicos (por mala planificación), permitieran a los veterinarios que tuvieran experiencia con cerdos, operar a seres humanos con cardiopatías, dado que sus sistema cardiovasculares son “muy similares”? Ahora mismo, da la sensación de que la Seguridad Aérea en España se sustenta en el “pero si nunca pasa nada”. Argumento inútil ante la alarma social que creará la primera situación crítica o, esperemos que no, trágica de facto.

Sin embargo, la historia nos enseña cómo situaciones complicadas pueden solventarse satisfactoriamente con el entrenamiento. Por ejemplo, La formación y el entrenamiento de los pilotos, tripulación, y controladores aéreos en situaciones especiales es clave en el buen desenlace de los accidentes e incidentes aeronáuticos. Así lo reconoció el comandante Sullenberger, héroe sin duda del vuelo US Airways 1549, que amerizó sobre el río Hudson en enero del 2009 salvando 155 vidas, incluida la suya.

Desde la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo no comprendemos como Aena sigue empeñada en degradar y ningunear a sus controladores aéreos. Con una titulación universitaria, todos accedieron a su puesto a través de una dura oposición a nivel nacional, que a veces supuso competir con cerca de 10,000 candidatos para apenas 200 plazas. Ahora, sin embargo nos encontramos con unos controladores low-cost en El Hierro que, sin haber superado ninguna oposición sino habiendo sido elegidos “a dedo”, acceden a la profesión por la puerta de atrás, con una formación express de apenas 2 meses frente a los casi 20 de un controlador actual de Aena.

Cuando antes se seleccionaban a los mejores candidatos en base a un criterio competitivo, ahora se condiciona por criterios económicos, y sólo podrán formarse aquellos que puedan pagar los 50,000 euros aproximados que cuesta el curso elemental de controlador aéreo. Es decir, se ha copiado lo malo de la selección de los pilotos. Quién no tenga dinero no podrá acceder a estas profesiones, a costa, en algunos casos, de incluso pagar para ejercer. Triste, y muy peligroso. ¿Se imaginan un cirujano pagando para operar a corazón abierto a sus propios pacientes? ¿Se imaginan que para optar a los estudios de medicina no se tuviese en cuenta el expediente académico sino la capacidad para pagar una matrícula millonaria? Pues eso es lo que tenemos gracias a uno de los varios Reales Decretos que se han aprobado este año.

La sociedad civil debe tener en cuenta que invertir en formación es invertir en Seguridad, y la Seguridad salva vidas. La preservación de la vida humana no debe jamás establecerse como un coste, y es que en aviación existe un dicho: “si crees que la seguridad es cara, prueba a tener un accidente”.

Fernando Marián de Diego

Doctor en Ciencias, Controlador Aéreo en el Centro de Control de Tránsito Aéreo de Canarias, y Portavoz de la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo en Canarias.

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