El brujo Undungu
05/05/2011
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05.05.11 – 01:00 –
EL ANTROPÓLOGO ZULÚ | PÍO GARCÍA
En mi poblado no hay autovías. Tampoco tenemos tren. Solo hay un camino que cada dos por tres se nos llena de barro (llueve mucho en la selva) y cuesta un dolor arrastrar por ahí el carrito con la fruta. Pero llegó el brujo Undungu, que parecía muy sabio, y se le ocurrió decir que lo que de verdad necesitábamos era un aeropuerto. ¡Cómo podíamos vivir sin aeropuerto!
Al principio, nos lo tomamos a chirigota. Pero el brujo Undungu se fue calentando y se vino a arriba. Llamó a las autoridades del país, se gastó mucho dinero en sobornos e incluso organizó en la tribu cursos de controladores aéreos. A nosotros, todo esto nos seguía pareciendo una barbaridad, pero Undungu se reservaba para el final el mensaje definitivo: ¡Las tribus de los bilbondos y de los vitoriontes tenían aeropuerto y nosotros no!
Aquello fue el golpe definitivo. Todos (y digo todos; casi nadie se atrevió a llevarle la contraria) empezamos a pensar que el aeropuerto era lo más necesario del mundo, que cómo podíamos vivir así, en la indigencia aeronáutica, mientras nuestros vecinos se hartaban de ver aterrizar y despegar bichos. De modo que nos gastamos todos los cuartos que teníamos y pusimos un aeropuerto.
Una vez aterrizó un avión que venía de Uagadougou. Resulta que se había perdido. Ahora el aeropuerto está allí, en medio de la selva, vacío y triste. Y seguimos con un caminito inmundo y sin ver pasar un miserable tren.
Al brujo Undungu acabamos tirándole a los cocodrilos.
Mi sorpresa ha sido mayúscula cuando he llegado aquí (en autobús) y me han dicho que había un aeropuerto. He ido a verlo. No sé si ustedes lo conocen: está perdido en un polígono industrial. Me ha recordado mucho al que nosotros tenemos en el poblado. Pero lo que más me ha sorprendido es que aquí no han echado a nadie a los cocodrilos. Todo lo contrario: me dicen que estos brujos se presentan, muy ufanos y campantes, a las elecciones.